vida cristiana

LA SANTIDAD

“Y esto erais algunos; Mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el  nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios". (1Corintios 6:11).

Vivir piadosamente debe caracterizar la vida de todo hijo del Señor, y debemos vivir de acuerdo con el modelo y ejemplo dado en la Palabra de Dios, "porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres. Enseñándonos que renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente"(Tito 2:11-12). Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición, cuando padecía, no amenazaba, si no encomendaba la causa al que juzga justamente". (1. Pedro 2:21-23). "Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor (Hebreos 12:14)". "Sino como aquel que os  llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy Santo. Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, si no con la sangre preciosa de cristo, De Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación. (1 Pedro 1:15-19).

 SANIDAD DIVINA

El primer pacto que el Señor (Jehová) hizo con los hijos de Israel después de haberlos sacado de Egipto, fue un pacto de salud. El Señor dijo: "... Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, (Jehová-Rapha, El Señor sana) e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti: porque yo soy Jehová tu sanador" (Éxodo 1 5:26).

En algunas traducciones se lee: "Porque yo soy Jehová tu médico"; siendo él nuestro médico o doctor tenemos el más capaz de todo el mundo. Nuestro Señor Jesucristo recorrió toda Galilea, predicando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad en el pueblo, (Mateo 4:23-24). "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy y por los siglos" (Hebreos 13:8). Los sufrimientos vicarios del Señor Jesucristo, pagados por la sanidad de nuestros cuerpos, fueron los mismos que por la salvación de nuestras almas porque" por su llaga fuimos nosotros curados" (Isaías 53:5). En Mateo 8:17 se lee "...El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias. Véase también 1. Pedro 2:24. Por lo anterior vemos que la sanidad divina para el cuerpo está en la expiación. Siendo cierto esto, entonces la sanidad divina es para todos los que creen. Jesús dijo, hablando de los creyentes:"...Sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán". (Marcos 16:18). Más tarde Santiago escribió en su epístola a todas las Iglesias: "¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la Iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho" (Santiago 5:14-16).

LA IGLESIA

La Iglesia es el cuerpo de Cristo, conformado por los llamados por el evangelio, alrededor  de la Persona y obra del Señor Jesucristo, incorporados a ella por la obediencia a la verdad. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella" (Mateo 16:18).  Sus prácticas y doctrinas están contenidas en la Palabra de Dios. "Y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza a la Iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de aquel que todo lo llena en todo" (Efesios 1:22. 23). "Un cuerpo y un Espíritu como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación" (Efesios 4:4). "Y él es la cabeza del cuerpo que es la Iglesia, él que es el principio, el Primogénito de entre los muertos para que en todo tenga la preeminencia" (Col. 1:18).

 PARTIMIENTO DEL PAN

La comunión de los santos es el resultado de la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, con el propósito de llegar a la unidad de la fe. "Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón”. (Hechos 2:42. 46). La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo?, El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan (I Corintios 10:16-17). "Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas ti nieblas en él.

Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado "(1 de Juan 1:5-7). La noche en que fue entregado, el Señor celebró la pascua con los apóstoles, después de lo cual instituyó la cena o partimiento del pan. Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros he dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta Copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama' (Lucas 22:19:20). Pablo instruyó a la Iglesia sobre cómo observarla: "De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo de Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenado con el mundo. Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros. Si alguno tuviere hambre, coma en su casa para que no os reunáis para juicio". (1. Corintios 11:27-34). Así fue instituido el uso del pan literal y del fruto de la vid, los cuales se toman literalmente, como emblema del cuerpo partido y de su sangre derramada. Hay también un significado espiritual y una bendición al participar de la cena, la cual es en memoria de su muerte y constituye la confesión de que todos que de la misma participamos  somos un cuerpo.

Jesús, en este texto, se dirigió a escribas y fariseos a quienes Él reprendió severamente por ser hipócritas. Dios parece ser sumamente intolerante a la hipocresía, la tibieza. Él prefiere que nosotros seamos fríos que es indicativo de una posición indiscutiblemente perdida que estar desganados o tibios (Apocalipsis: 3:15-16). La hipocresía parece traer la condenación más áspera de Dios, más que cualquier otra condición espiritual. Esta era la condición de aquellos a quienes Él se dirigió en (Mat:23). Ciertamente ninguno de nosotros quiere entrar en esta reprensible, deshonrosa condición espiritual.
La condenación de Cristo de aquellos en (Mateo:23:23) se trató de lo que ellos habían omitido en lugar de lo que ellos habían hecho. El pagar su diezmo no fue el objeto del reproche de Jesús sino su abandono en materias más importantes de la ley, a saber juicio, misericordia y fe.
El denunció su práctica de dar para ser vistos de la gente (Mat:6:1-4; 23:5). Cristo desaprobó además la jactancia en las contribuciones monetarias (Luc:18:10-14). Las cantidades son insignificantes donde tamaño y valor están comprometidos (Mar:12:41-44). El sacrificio y la actitud que uno da, es superior a los ojos de Cristo. Su sistema de medida es muy diferente a la de nosotros. Contamos lo que es dado; El aparentemente cuenta lo que a uno le sobra.
 Regalos, ofrendas y limosnas que son contribuciones además de nuestros diezmos, serán dados según las practicas escriturales (Rom:12:8; 2- Cor:9:6-7; 1- Cor:16:1-2). La Palabra de Dios abunda en casos e ilustraciones conectadas al dinero, ofrendas y sacrificio. Desde el primer sacrificio que Caín y Abel ofrecieron hasta el final de la Escritura encontramos muchas grandes lecciones sobre el tema.
 La Palabra de Dios presenta un concepto muy diferente con respecto al dinero con relación a Su reino de los conceptos de nuestras mentes carnales. La sociedad americana con su sistema monetario no puede volverse la regla y medida para que se manejen las iglesias. Las personas camales quieren estructurar y modelar el sistema financiero de la iglesia como el del mundo, ignorando a menudo y contradiciendo la Escritura. Creo firmemente en seguir la buena práctica de teneduría de libros usando procedimientos de contabilidad aceptables y manejar las finanzas de la iglesia en una manera profesional y metódica. Un sistema de equilibrio necesita estar en función, las reglas gubernamentales y leyes se deben obedecer además de los códigos del Departamento de Rentas Públicas, junto con todos los demás principios de honestidad. Si llegará a suceder que algún gobierno impusiera en nosotros alguna cosa que esté en conflicto con la Biblia, sin embargo, nosotros debemos seguir la ley de Dios por encima de todo.
 Pero no estoy para estructurar la iglesia y el trabajo de Dios tras algún concepto carnal y tacaño de un avaro desapasionado. Tales personas no tienen amor por el perdido. Ellos no ven la necesidad por construir y mantener los edificios de las iglesias, apoyando las causas dignas, piadosas o apoyar el ministerio propiamente. Su codicia, oculta bajo una pseudo preocupación y espiritualidad, no busca nada menos que el control del hombre de Dios y el dinero de Dios.
Ellos no están interesados en otros; ellos están interesados en juntar grandes cuentas bancarias mientras el trabajo de Dios languidece y el perdido perece. Tal posición es condenada, así fue con Ananías y Safira cuando ellos manifestaron el mismo espíritu.
 Personas deshonestas y avaras que han usado la religión con  un esquema de cómo hacerse ricos, han dañado el trabajo de Dios a través de los siglos. Esto de sí mismo no debe detenernos en nuestro esfuerzo de agradar a Dios en el área de diezmos y ofrendas. Por lo general, los pastores, otros ministros y las iglesias son sinceros, personas honradas que buscan hacer el trabajo de Dios a la manera de Dios.
 Después de años de envolvimiento personal, junto con un examen de consciencia detenido estudio de la Palabra de Dios, simplemente no puedo encontrar ninguna manera de llevar a cabo el trabajo de Dios separado y aparte del dinero. La Palabra de Dios nos advierte que el amor al dinero es la raíz de todos los males (1- Tim:6:10), que nosotros no podemos servir a Dios y a mamón (Mat:6:24) y que las riquezas llevan peligros inherentes con ellas (Mar:10:23-24; 1- Tim:6:9; Luc:12:13-21). Nos advierte contra la avaricia o buscar ganancias mal obtenidas (1- Tim:3:3, 8; 1- Ped:5:2). Muy especialmente advierte a todos los ministros de estos peligros.
 A pesar de los peligros innatos del dinero. Dios ha escogido usarlo y otros medios de intercambio como una parte de Su trabajo. El ha hecho del dinero una parte necesaria de nuestras vidas diarias y por el uso apropiado de él. El nos permite hacer tesoros en el cielo (Mar:10:17-22). Nosotros podemos también usar otros medios para lograr esto.
 Ya que el dinero es una parte íntegra de nuestras vidas, venimos a ser mayordomos a los ojos de Dios con responsabilidad ante Él de cómo manejamos nuestros recursos. Por consiguiente, ante Dios estamos obligados por el honor con relación a los diezmos y ofrendas. Dios no nos obliga a dar alguna cosa para El, pero dejar de hacer esto sí incurrirá Su disgusto e ira.
La Palabra de Dios enseña a los cristianos a pagar los diezmos. No debemos salirnos fuera de otras cosas como el juicio, misericordia y la fe. Tampoco debemos dejar de hacer lo otro, pagar los diezmos (Mat:23:23).
Repase la definición de la palabra “debe de”, que significa, entre otras cosas, una obligación o necesidade. Diezmar cabe en este catálogo de cosas que nosotros como cristianos, debemos hacer.
Antes de ver cualquiera de ellos como laborioso o exigente, permítanos considerarlos como actos de obediencia para llevar a cabo con alegría en servicio al Rey. Permítanos considerar los premios que nosotros segaremos aquí y después; esto hace el cumplimiento de ellos más fácil y valioso.
A. LA HISTORIA DE LOS DIEZMOS
 Históricamente, de la Escritura, el diezmo se origino,  más de dos mil años antes de Cristo. Desde ese tiempo ha sido una parte integral del culto y el dar a Dios. Nuestra necesidad de sacrificar a Dios traspasa espacios de tiempo desde el alba de la civilización hasta ahora. Caín y Abel proporcionan ejemplos de ambos, cómo y como no, ofrecer las ofrendas a Dios.
 Diezmar, o diez por ciento de nuestro ingreso, empezó con un hombre “Abraham” de quien la más alta prioridad era agradar a Dios. De este ejemplo y obediencia a la voluntad de Dios, los seguidores fieles del Señor han hecho de los diezmos y ofrendas una parle de sus vidas desde entonces.
 Permítanos rastrear el origen y el aspecto histórico de esta doctrina importante de la Biblia:
 Diezmar era practicado por lo menos 430 años antes de la ley de Moisés (Gál:3:16-19; Gen:14:20).
 Abraham pagó diezmos a Melquisedec; ésta es la primera mención de diezmar (Gén:14:17-24; Heb:7:1-11).
 Jacob le prometió a Dios, una décima, o un diezmo, de todo lo que Dios lo bendijera (Gén:28:16-22). 
Bajo la ley que Dios dio a Moisés para Israel, los diezmos se volvieron una parte íntegra de los requisitos y mandamientos de Dios. Estableció los diezmos de muchas cosas para varios usos. Estos hacen un estudio interesante; unos de ellos se menciona aquí.

Dios le ordenó a Israel que pagara los diezmos ( Lev:27:26-34; Mal:3:5-12). El los debían diezmar cualquier ingreso en semillas, fruta o rebaños. Leví o el sacerdocio, recibió, “todo el diezmo en Israel por herencia” (Núm:18:21). Aunque el diezmo era del Señor y era santo hacia El (Lev:27:30-32) debería darse a los levitas (Núm:15:20-32; Neh:10:37-39).
Los levitas debían pagar los diezmos de los diezmos que ellos recibían; parece que esta cantidad se daba a arón o al que servía como sumo sacerdote (Núm:18:25-32) o se daba a la casa de Dios según (Neh:10:38-39; 12:44). Ningún conflicto aparece aquí, ya que los sacerdotes servían en la casa de Dios. El mismo principio está establecido en (Mal:3:10). Las personas simplemente traían sus diezmos a la casa de Dios para ser recibido por aquellos que estaban sobre ellos.
 Cada tercer año un diezmo especial, por encima del diezmo anual regular se requería de Israel (Deut:14:25-26; 26:12-14).
 La Escritura presenta numerosos eventos con respecto a diezmar bajo la ley; éstos proveen un estudio interesante (Deut:12:5-13; 2- Cron:31:5-21). Correlacione estos con otros pasajes de la Escritura en esta lección.
 Diezmar como una práctica para el pueblo de Dios continuó en y durante la era del N.T. Ni una vez el N.T condena la práctica de diezmar; más bien la apoya, se enseña y se requiere de los cristianos.
 B. EJEMPLOS DE DIEZMAR
La Palabra (le Dios provee varios ejemplos de aquellos que diezmaron. Estudie estos y agregue otros casos mientras lee su Biblia.
1.    Abraham pagó los diezmos (Gén:14:20; Heb:7:1-11).
2.    Jacob pagó los diezmos (Gén:25:22).
3.    Leví pagó los diezmos en Abraham (Heb:7:9).
4.    Los levitas debían diezmar de los diezmos recibidos (Núm:18:25-32).
5.    Ezequiel e Israel diezmaron (2- Crón:31:1-21).
6.    Nehemías e Israel diezmaron (Neh:10:37-39; 12:44; 13:1-14).
7.    Salomón posiblemente se refirió a diezmar (Prov:3:9-10).
8.    Malaquías amonestó a Israel a diezmar (Mal:3:8-12).
9.    Los escribas y fariseos diezmaron (Mat:23:23).
10.  Los cristianos aceptaron diezmar como una parte de su obligación, pues ni Cristo ni los apóstoles enseñaron otro programa financiero alternativo. Ellos enseñaron que debemos diezmar (Mat:23:23; Heb:7:11; 1- Cor:9:6-7; 2- Cor:9:6-7).
Las grandes personas del pasado y presente que han diezmado deben servir como ejemplos, como modelos y mentores a los cristianos de hoy.
 C. DIEZMAR BAJO LA GRACIA
 Algunos han usado la era de la gracia como una escapatoria y han excusado por cada forma concebible el vivir impíamente. Como una extensión más allá de su interpretación de gracia, ellos se sienten completamente libres de cualquier obligación financiera a Dios. Dios nunca pensó para la gracia liberarnos de la responsabilidad y el vivir santamente.
 Se vuelve más bien el agente de Dios y catalizador a través del cual nosotros obtenemos el poder y el derecho para realizar Su voluntad.
 Obligación para diezmar
 La misericordia, fe y justicia son cuestiones importantes que merecen ser ejercidas por los cristianos. Estos son necesarios hacer juntamente con el de pagar los diezmos (Mat:23:23). ¿Puede nuestra obligación de diezmar ser menos que la de Abraham, ya que somos tenidos por Sus hijos? (Gal:3:7).
 Propósito de diezmar
 Extrayendo Escrituras paralelas del pasado, concluimos que diezmar es para el sostén de aquellos que ministran a otros. El ministro sobre un rebaño debe tener la vigilancia del diezmo. Todos los ministros están obligados a pagar los diezmos de los diezmos que ellos reciben. Estudie (Mal:3:8-12; Núm:18:20-32; Neh:10:38-39; 1- Cor:9:1-18).
Nuestro mundo necesita un ministerio sin bozal, predicadores que no sean asalariados. Los Tobías modernos necesitan ser echados de la cámara de diezmos así como Nehemías hizo en su día (Neh:13:4-14). El ministerio debe regresar a su lugar justo como la voz y portavoz de Dios, sin bozal y desencadenados en todo aspecto (1- Cor:9:1-18).
 La bendición de diezmar
 La bendición ordenada de Dios descansa en aquellos que diezman y una maldición descansa en aquellos que se niegan a hacerlo (Mal:3:8-12). A menudo pasamos por alto el “devorador” que Malaquías está enseñando. De la Escritura y mi experiencia trabajando con otros, he dado testimonio de este devorador inadvertido que consume profesamente las posesiones de los cristianos cuando se negaron a diezmar. Cuando detenemos lo que nosotros le debemos a Dios, nos maldecimos a nosotros misinos (Mal:3:9; Neh:13:1-14; 2- Crón:31:1-21; Hag:1:1-11). Los sacerdotes son incluidos en (Mal:2:1-10).
 Indiscutiblemente, diezmar mantiene las bendiciones para muchos cuando son practicadas por el pueblo de Dios (Prov:3:8-9; Mal:3:10; 2- Cor:9:6-7)
 Los premios de diezmar
 Acompañando el pagar los diezmos están muchos premios temporales así como espirituales. Más allá de un premio aquí, diezmar sin duda posee indudablemente un premio eterno. Pagando diezmos no nos salvaremos, pero una negativa a pagar los diezmos puede causarnos perder nuestra relación con Dios.
 Haga una lista de cuantos premios o bendiciones ha recibido cuando a dado el diezmo en lo personal.
 Estas siete vienen a mi mente:
 Usted sabe que ha hecho su parte para ayudar.
 Usted sabe que ha sido honrado con Dios y no lo ha robado.
 Usted sabe que ha obedecido la Biblia; usted no ha detenido nada de Dios.
 Usted sabe que puede reclamar las promesas de Dios y Sus provisiones.
 Usted sabe que ha puesto su tesoro en el cielo.
 Usted sabe que Dios ha reprendido al devorador inadvertido de su vida.
 Usted sabe que está preparado para ver a Dios en el juicio y recibir lo merecido.






fuente : http://www.ipuc.org.co/Portal/nuestraiglesia/%C2%BFen-qu%C3%A9-creemos.html
http://ipuc-bc.org/ipuc2014/bc/index.php/component/content/article/2-uncategorised/49-que-debo-saber-para-evangelizar-manual-del-lider?showall=&start=14

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